Quizá no todo el mundo sepa que, el 27 de junio y el 30 de noviembre, Amalfi celebra San Andrés, su patrón, y la ciudad se viste de gala.
Es una ocasión especial, que combina tradición, sacralidad y espectáculo, capaz de cautivar a todos, ciudadanos y visitantes. Pero, ¿de qué se trata?
Una tradición entrañable
Desde 1208, cuando sus reliquias fueron traídas aquí desde Constantinopla, el apóstol pescador ha sido el centro de dos celebraciones solemnes: una de verano (27 de junio) que conmemora el milagro de 1544, cuando se dice que salvó a la ciudad de un ataque de piratas, y otra de invierno (30 de noviembre), más íntima y espiritual, en el día litúrgico del santo.
El corazón del festival: la Catedral y la Cripta
El centro de las celebraciones es la majestuosa Catedral de Amalfi, dedicada a San Andrés. Aquí se celebra la misa solemne, en presencia de las autoridades civiles y religiosas, y desde aquí parte la impresionante procesión con la estatua del Santo llevada a hombros, acompañada de cantos, oraciones y toda una comunidad en fiesta.
El momento más esperado: la carrera de las estatuas
Uno de los actos más escénicos de la celebración es la bajada de la estatua de San Andrés por la escalinata monumental de la catedral, entre los aplausos de la multitud. Es un gesto espectacular y un acto de fe.
La fiesta junto al mar
Tras la procesión, los festejos se trasladan al mar y al cielo: bandas de música, barcos iluminados a lo largo de la costa y, sobre todo, fuegos artificiales sobre el mar proporcionan uno de los momentos más emocionantes del verano amalfitano.
La fiesta de San Andrés no es sólo un acontecimiento religioso: es una experiencia total y tradicional. Es ver Amalfi en su estado más auténtico, entre historia, leyenda, devoción y espectáculo.
Seas creyente o no, esta celebración es una oportunidad única para entrar en contacto con el alma más profunda de la Ciudad.
